¡Qué lástima que el Pito Real
sea tan espantadizo!. En cuanto se siente observado, se apresura a dar
vueltas alrededor del tronco para no permanecer a la vista; y su silueta
nerviosa, prolongada por un pico en forma de puñal, se pierde entre los
árboles del parque o del soto. Sujeto a los árboles, trepa a pequeños
trechos haciendo crujir la corteza rugosa bajo sus uñas. Se detiene con
frecuencia para pasar su larga lengua protráctil entre las fisuras,
capturando hormigas xilófagas.
Pero sobre todo se alimenta de insectos que encuentra en tierra y en los
prados. En las costas marinas se les ve incluso en invierno explorar las
algas en busca de pequeños crustáceos.
En primavera los pitos reales se advierten de lejos
por su sonoro «relincho», más melodioso que su bien conocido grito. El
canto de la subespecie ibérica, que tiene las mejillas grises, es más
silbado y musical que el de las aves del resto de Europa.
Desde marzo, cl macho comienza a excavar un espacioso
agujero en un viejo árbol. Los machos, para defender su de los rivales,
los desafían moviendo la cabeza de un lado a otro y abriendo las alas y
cola.
Identificación:
El más brillante coloreado de los picos españoles; píleo
carmesí; partes superiores verde mate; partes inferiores verde grisáceo
claro; obispillo
amarillo; lista bajo el ojo roja en el macho, negra en la hembra.
Nidificación:
Ambos sexos barrenan un agujero en árbol; las astillas desechadas se
esparcen por el suelo; puesta, de marzo a mayo, de 5 a 7 huevos blancos;
incubación, alrededor de 19 días, por ambos sexos; los pollos,
alimentados por ambos padres, vuelan tras 18 a 21 días.
Alimentación:
Larvas de insectos xilófagos,
polillas y otros insectos, principalmente hormigas, lombrices, moluscos;
algunas semillas, bayas y frutos.
Hábitat:
Sotos.
Texto extraído de la web: www.pajaricos.es
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